Como hemos ido viendo, las operaciones realizadas por el niño con las formas, como envolver o incluir unas en otras, combinar las abiertas y cerradas entre sí, la de construir estructuras crecientes o dividir los espacios interiores, etc., constituyen el vasto conjunto de estrategias que va a utilizar el niño para crear los ideogramas.
La representación ideográfica se lleva a cabo, en definitiva, por medio del establecimiento de correspondencias entre las acciones y las nociones producidas por las operaciones al combinar las unidades entre sí y las características que, desde el punto de vista funcional, vital y/o experiencial, reviste para el niño el objeto o sujeto que pretende representar.
En un ejemplo anterior vimos cómo un tren era representado por medio de una larga cadena de unidades cerradas (los vagones) de cuya redondez se valía el niño para representar, al tiempo, las ruedas del convoy.
El dibujo de la figura 1, realizado por Pablo M. a los 3,09 años, es un ejemplo de ideograma sugerido y motivado a lo largo de su desarrollo, en el que se dan cita de forma ejemplar algunas de las estrategias representacionales comentadas.
Propuse al niño dibujar uno de sus temas favoritos: “el coche de papá”.
Inició el dibujo con un gran óvalo al que añadió tres pequeños círculos en la parte trasera de su base: «Éste es el coche», comentó (combinación de unidades cerradas). Trazó luego tres pequeños segmentos (1, 2 y 3) y explicó: «Son las puertas… por aquí entra el niño (1), por aquí la mamá (2) y por aquí el papá (3) (combinación mixta de unidades abiertas y cerradas).»
Fig. 1: Pablo M. 3,09. “El coche de papa”
—¿Dónde se sientan? —le interrogo.
—Pues aquí… ¿ves?… aquí está la mamá y aquí el niño —repuso al tiempo que dibujaba los pequeños círculos (4 y 5), Tras añadir otro nuevo circulo (6) y un trazo rematado con otro más pequeño y varias pequeñas manchas añadió: aquí se sienta el papá, con su volante, las palancas y los frenos.
Dibujó luego todos los segmentos que se distribuyen por la periferia del gran óvalo (8) y dijo: Éstas son las barritas que tiene por debajo, donde está esa rueda guardada (la rueda de repuesto).
—¿Por dónde va el coche? —le pregunto.
—¡Pues por la carretera! —repuso al tiempo que dibujó la línea superior A.
Consciente de la desacertada ubicación rectificó de inmediato y explicó:
—Ésta es una nube grande que pasa.
Dibujó entonces la línea inferior B. Al ver que «la carretera» quedaba separada de las ruedas, trazó unas espirales que se expandían hasta tocar la línea de suelo y observó: las ruedas están en la carretera.
—El coche ¿está parado o andando? —le pregunto.
—Está parado —contestó.
—Estará parado porque el semáforo está rojo para los coches, ¿no? —le observo finalmente.
—¡Claro, está rojo!…mira aquí, ¿ves?.. aquí está» —dice al tiempo que dibuja C.
En este ejemplo vemos cómo el niño utiliza las unidades (círculos y segmentos) para representar los objetos o sus partes, y los recursos gráfico-espaciales experimentados en las operaciones con las formas, para representar las cualidades del objeto y su funcionalidad respecto del conjunto representativo, convirtiéndose en las estrategias representacionales de esta etapa del dibujo.
Fig. 2. Pablo M. 4,02. Un tren
A medida que avanza la etapa, las analogías estructurales, que van a ir perfeccionando las relaciones topológicas de sus unidades, van a cobrar un mayor protagonismo en el dibujo llegando, al final de ella, a establecer una mayor correlación y un mayor parecido con la configuración estructural del objeto, como muestra la fig. 2 en la que el mismo niño nos ofrece, al final de esta etapa, un expresivo ideograma de un tren.