En un sentido amplio puede decirse que la RH comienza en el momento mismo en que se inicia el niño en el dibujo. El primer garabato puede ser considerado, sin lugar a dudas, como el primer esbozo de un Yo en gestación y todos los procesos del desarrollo gráfico que venimos estudiando han estado, de algún modo, mediatizados desde su origen por esta representación primordial.
Hemos visto cómo la figura humana aparece en el dibujo mucho tiempo antes que las otras representaciones y cómo, anterior a la representación del cuerpo, tiene lugar la representación de la persona en tanto ente existencial: el Yo psicológico, proyección de la imagen interna del sí mismo. Acto seguido se va a producir el milagro de la vivificación de ese Yo inmaterial, es decir, la representación de la vida fenómeno de naturaleza biológica que va a propiciar, finalmente, el nacimiento del Yo físico, la representación del cuerpo.
Al emprender el estudio de la RH hemos de empezar considerando, pues, tres hitos trascendentales que se suceden en el proceso.
El primero corresponde a la representación del Yo en tanto ente existencial que, como ya vimos, tiene lugar con el descubrimiento de la forma cerrada circular y su conversión en símbolo (fig. 1).
El segundo se refiere a la representación de la vida, a la animación y vivificación de ese Yo inmaterial que surge de la combinación de las unidades entre sí a las que vamos a llamar configuraciones celulares o, simplemente, células (fig. 2).
Y, el tercero y último, corresponde a la representación del cuerpo (el Yo físico), proceso que va a extenderse hasta más allá de la pubertad pero que se inicia en este período con la aparición del ideograma humano, el hombrecito “renacuajo”. (fig. 3).
Fig.1. Niño de 3,04. El niño y el lobo.
Fig. 2. Niña de. 3,06. “Un niño”
Fig. 3. Niña de . 3,07. “ Papá”
En consecuencia, en el Periodo de la Forma en el que ahora estamos (entre 3 y 4 años), podemos distinguir estos tres momentos o etapas fundamentales en el proceso de la RH:
1. Etapa del Círculo o de la representación del Yo Psicológico
2. Etapa de la Célula o de la representación del Yo Psicobiológico
3. Etapa del Renacuajo o de la representación del Yo Psicobiofísico
El círculo primigenio: el Yo psíquico
Con la forma circular culminó la búsqueda del orden que presidió todo el garabateo; de ese orden conciliador entre el mundo interior y exterior del que emerge el sentimiento de identidad, convirtiéndose el círculo primordial en “la expresión más universal del ser único”. La forma cerrada circular adquiere su sentido simbólico de unidad e individualidad, convirtiéndose, en la forma primordial del desarrollo, en el símbolo gráfico del Yo, en la representación simbólica del sí mismo, ese sentido existencial de la persona en tanto ser único e individual.
La célula: el Yo psicobiológico
Fig. 4. Olga. 3,04. Olga 3,04. Conjunto de configuraciones celulares de tipo solar
Pero ha de haber un momento en el que ese Yo inmaterial, representado en la forma cerrada circular, se transforme en un Yo psico-biológico; o lo que es igual, un momento en el que las imágenes empiecen a representar la vida biológica de los seres vivos a los que pretenden representar (fig.4).
Ya vimos cómo esa energía vitalizadora surgía espontánea- mente de la combinación de las unidades primarias entre sí que, con la cooperación decisiva de las leyes biológicas del desarrollo que las dinamizan y vivifican, se convierten en “configuraciones vivas portadoras de energía y que el psicólogo inglés James Sully bautizó en 1895 con el nombre de «células».
El renacuajo, o el Yo psicobiofísico
Y, finalmente, las células, reorganizando sus elementos, acaban convirtiéndose en la primera representación del cuerpo humano reconocible como tal y que, dada su trascendental importancia en el curso del desarrollo, veremos enseguida con mayor detenimiento.